Muere a los 90 años Desmond Tutu, incansable luchador sudafricano

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Desmond Tutu era un sonriente arzobispo sudafricano cuya personalidad incontenible le ganó amigos y admiradores en todo el mundo.

El arzobispo emérito de Sudáfrica y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu, uno de los grandes símbolos de la lucha contra el ‘apartheid’, falleció este domingo a los 90 años de edad en Ciudad del Cabo.

El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, informó de su muerte y calificó el deceso como “otro episodio de duelo nacional durante el adiós a una generación que nos entregó una Sudáfrica liberada”.

Tutu falleció durante su convalecencia en el centro de atención médica para pacientes de avanzada edad Oasis, en Ciudad del Cabo, según ha confirmado por su parte la doctora Ramphela Mamphele, presidenta interina de la fundación del arzobispo.

El nombre de Tutu está unido por importancia al del gran líder de la lucha por los Derechos Civiles en Sudáfrica, Nelson Mandela, unidos a pesar de sus diferencias en la lucha contra el Apartheid en Sudáfica; una política de segregación racial.

Desmond Tutu recibió el Premio Nobel de la Paz, antes de ser elegido como arzobispo de Ciudad del Cabo en 1986, uno de los años más violentos de la era del Apartheid.

En esos momentos, Tutu redobló sus esfuerzos para conseguir la imposición de sanciones contra el Gobierno, dirigió marchas de protesta y usó su púlpito para desafiar la represión estatal.

Desde la iglesia

Desmond Mpilo Tutu nació en una pequeña ciudad minera de oro en lo que entonces era la provincia del Transvaal, en el noreste de Sudáfrica.

Primero siguió los pasos de su padre como maestro, pero abandonó esa carrera después de la aprobación de la Ley de Educación Bantú en 1953, que introdujo la segregación racial en las escuelas.

Se unió a la iglesia y fue fuertemente influenciado por muchos clérigos blancos del país, especialmente por otro fuerte oponente del apartheid, el obispo Trevor Huddleston.

Se desempeñó como obispo de Lesotho (de 1976 a 1978), obispo asistente de Johannesburgo y rector de una parroquia en Soweto, antes de su nombramiento como obispo de Johannesburgo.

Desde esas posiciones alzó su voz contra la injusticia en Sudáfrica y nuevamente lo haría, a partir de 1977, como secretario general del Consejo Sudafricano de Iglesias.

Convertido en una figura de alto perfil antes de la rebelión de 1976 en los municipios negros, los sudafricanos blancos lo conocieron por primera vez como un activista a favor de la reforma, meses antes de que se desatara la violencia en Soweto.

Sus esfuerzos lo llevaron a recibir el Premio Nobel de la Paz en 1984, en lo que la comunidad internacional consideró como un gran desaire a los gobernantes blancos de Sudáfrica.

A la ceremonia en la que Tutu se convirtió en arzobispo de Ciudad del Cabo, en 1986, asistieron el entonces arzobispo de Canterbury, Robert Runcie, y la viuda de Martin Luther King.

Como jefe de la Iglesia Anglicana en Sudáfrica, continuó haciendo campaña activamente contra el apartheid. En marzo de 1988 declaró: “Nos negamos a ser tratados como el tapete para que el gobierno se limpie sus botas militares”.

En 1989, fue arrestado por negarse a abandonar una manifestación que había sido prohibida.

En 1995, lo nombraron jefe de la Comisión de Reconciliación y Verdad.

La Fundación Nelson Mandela estuvo entre los que le rindieron homenaje a Tutu y aseguró que sus contribuciones a las “luchas contra la injusticia, a nivel local y mundial, sólo son igualadas por la profundidad de su pensamiento sobre la construcción de futuros liberadores para las sociedades humanas”.

“Era un ser humano extraordinario. Un pensador. Un líder. Un pastor”, añadió.

Fuente:BBC

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